Tras el estallido de la crisis financiera global, el Banco Central Europeo (BCE) comenzó a reducir sus tres tipos de interés oficiales (véase serie histórica) hasta situar el tipo de interés de la facilidad de depósito en niveles negativos en junio de 2014. Esta situación se revirtió en julio de 2022 para hacer frente a un incremento pronunciado de la inflación en 2021.
El tipo de interés de la facilidad de depósito, constituye el límite inferior del tipo de interés al cual se prestan los bancos entre sí a un día. Un valor negativo implicaba que las entidades de crédito que depositaban fondos en cuentas del BCE tenían que pagar por ello. Esto hizo que, con el tiempo, algunos bancos del área del euro decidiesen trasladar parte de estos costes a determinados tipos de depositantes, como las grandes corporaciones.
El establecimiento del tipo de interés negativo no significaba que el BCE castigase a los ahorradores, sino que respondía al deseo de incentivar a familias y empresas a aumentar su gasto e invertir, con el objetivo de estimular la economía y conseguir que la inflación retorne a su objetivo de 2 % a medio plazo de forma duradera.
La convergencia de la inflación a su objetivo o incrementos de inflación por encima del mismo favorecen que los tipos de interés vuelvan a niveles más altos.