El tipo de interés natural o de equilibrio de la economía puede definirse como el tipo de interés real que prevalece cuando la actividad económica agregada se mantiene en su nivel potencial (nivel estimado de producción cuando todos los recursos están empleados a su máxima capacidad), y la inflación se mantiene estable en el nivel objetivo de la autoridad monetaria. El tipo de interés natural no puede observarse, sino que se estima en función de diversos datos y factores observables. No obstante, hay que tener en cuenta que estas estimaciones están sujetas a una elevada incertidumbre.
Las estimaciones actuales del tipo de interés natural real del área del euro sugieren que este ha descendido en las últimas décadas hasta el periodo prepandémico, situándose en niveles ligeramente negativos (en torno a -1 %). Teniendo en cuenta que el objetivo de inflación del Banco Central Europeo (BCE) es del 2 %, el tipo de interés natural nominal se situaría en un entorno del 1%. Los factores que explican esta caída del tipo de interés de equilibrio son, principalmente, el envejecimiento de la población, el aumento de la tasa de ahorro tras la crisis financiera y el menor crecimiento de la productividad.
A la hora de implementar su política monetaria, los bancos centrales deben tener en cuenta estas estimaciones del tipo de interés natural, puesto que, para estabilizar la inflación en su objetivo, estos deben intentar mantener el tipo de interés cerca de su nivel natural. Cuando los bancos centrales suben sus tipos de interés oficiales de forma que el tipo de interés aumenta por encima del tipo de interés natural, se frena el crecimiento de la economía y la inflación tiende a caer. En cambio, si los bancos centrales reducen sus tipos de interés oficiales de forma que los tipos de interés caen por debajo del tipo natural, se impulsa el crecimiento económico y la inflación tiende a aumentar.