El tipo de interés natural o de equilibrio de la economía puede definirse como el tipo de interés real que prevalece cuando la actividad económica agregada se mantiene en su nivel potencial (nivel estimado de producción cuando todos los recursos están empleados a su máxima capacidad), y la inflación se mantiene estable en el nivel objetivo de la autoridad monetaria. El tipo de interés natural no puede observarse, sino que se estima en función de diversos datos y factores observables. No obstante, hay que tener en cuenta que estas estimaciones están sujetas a una elevada incertidumbre.
A la hora de implementar su política monetaria, los bancos centrales deben tener en cuenta estas estimaciones del tipo de interés natural, puesto que, para estabilizar la inflación en su objetivo, estos deben intentar mantener el tipo de interés cerca de su nivel natural. Cuando los bancos centrales suben sus tipos de interés oficiales de forma que el tipo de interés aumenta por encima del tipo de interés natural, se frena el crecimiento de la economía y la inflación tiende a caer. En cambio, si los bancos centrales reducen sus tipos de interés oficiales de forma que los tipos de interés caen por debajo del tipo natural, se impulsa el crecimiento económico y la inflación tiende a aumentar.