La economía española ante la crisis del Covid-19. Comparecencia ante la Comisión de Asuntos Económicos y Transformación Digital del Congreso de los Diputados, 18 de mayo de 2020

Serie: Documentos Ocasionales. 2023.
Autor: Pablo Hernández de Cos.
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Resumen
La pandemia de coronavirus ha colocado nuestra economía en una situación inédita,
por la enorme magnitud de esta perturbación adversa, su previsible temporalidad, aunque
con potenciales daños estructurales, y su absoluta globalidad. Algunas características
de la economía española —la especialización sectorial del tejido productivo, el reducido
tamaño medio de las empresas y la elevada temporalidad en el empleo— la hacen más
vulnerable que las de otros países a esta perturbación.
Esta situación demanda, en una primera fase, políticas económicas inmediatas
contundentes, acotadas en el tiempo —hasta que el empleo y la actividad económica
recuperen el pulso tras el proceso de hibernación inducida— y coordinadas
internacionalmente. El objetivo es paliar la pérdida de rentas de los hogares y las
empresas afectados por la crisis, y evitar que una perturbación de carácter temporal
genere efectos persistentes en el tiempo; para ello, la política fiscal es la herramienta
más adecuada. La política monetaria debe operar también de manera enérgica para
garantizar a los agentes económicos unas condiciones de financiación y liquidez
adecuadas. Las políticas micro- y macroprudencial deben promover que las entidades
financieras sigan haciendo llegar el crédito a las familias y a las empresas, y, a la vez,
preservar la estabilidad financiera del sistema. Además, la crisis, por ser global, exige
una respuesta coordinada a escala internacional y, en el plano europeo, una respuesta
conjunta, soportada por un mecanismo de mutualización de recursos financieros y de
riesgos, y una unión bancaria completa.
Una vez superada la fase más aguda de esta crisis, las políticas económicas deberán
abordar, fundamentalmente, los siguientes retos: reducir el déficit estructural y la deuda
pública, y favorecer el crecimiento a largo plazo. La estrategia deberá descansar en un
programa de consolidación presupuestaria de medio plazo —que, a través de una revisión
del gasto y de la estructura y capacidad impositivas, permita sanear nuestras finanzas
públicas—, así como en un programa de reformas estructurales que eleven la capacidad
de crecimiento económico, con especial atención a la mejora del capital humano y al gasto
eficiente en I+D.