Las entidades de crédito de la zona del euro deben mantener obligatoriamente un determinado nivel de fondos, denominados reservas mínimas, en cuentas con sus bancos centrales nacionales. Los requerimientos de reservas mínimas de cada entidad se establecen para períodos de seis semanas denominados períodos de mantenimiento. El nivel de reservas se calcula en función del balance de la entidad antes del inicio del período de mantenimiento, aplicando un porcentaje (conocido como coeficiente de caja o coeficiente de reservas) sobre determinadas partidas del balance (denominadas base de reservas).
Las entidades de crédito deben asegurarse de cumplir los requerimientos de reservas mínimas en promedio durante el período de mantenimiento, por lo que no es necesario que mantengan diariamente su importe total en cuentas con el banco central. Este sistema funciona como una válvula, que permite a las entidades responder a los cambios a corto plazo en los mercados monetarios, donde se prestan entre sí, depositando o retirando fondos de sus reservas en el banco central. Esto contribuye a estabilizar el tipo de interés al que las entidades se prestan a corto plazo.
Actualmente, las reservas mínimas requeridas se remuneran a un tipo de interés del 0%. Anteriormente, los requerimientos de reservas mínimas se remuneraban al tipo de interés equivalente al de las operaciones principales de financiación vigente durante el periodo de mantenimiento. En octubre de 2022 se decidió reducir la remuneración al tipo de interés de la facilidad de depósito y, posteriormente, en julio de 2023, se disminuyó al actual 0%.
Las reservas mínimas son una herramienta estándar de política monetaria de los bancos centrales de la zona euro. Sin embargo, algunos bancos centrales no utilizan esta herramienta, por ejemplo, los de Australia, Canadá y Suecia.