¿Es compatible la reducción de las emisiones de carbono con el crecimiento económico?
Hacer compatible la reducción de las emisiones con el crecimiento requiere mejorar la eficiencia energética y “descarbonizar” la energía. Los avances en estos ámbitos desde principios de siglo han permitido una caída de las emisiones en España y Europa. Pero es necesario ir mucho más allá para alcanzar los objetivos climáticos comprometidos.
Las cumbres del clima, como la reciente COP 28, nos recuerdan la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Alcanzar este objetivo es uno de los principales retos de la lucha contra el cambio climático. Lograrlo con el menor perjuicio posible sobre el crecimiento económico supondrá otro gran desafío. Esto es así porque, en principio, a mayor actividad económica, mayor consumo de energía y mayores emisiones de dióxido de carbono (CO2). No obstante, romper esa relación y mantener el crecimiento con menores emisiones contaminantes es posible, tal como explicamos en esta entrada.
¿Qué factores determinan las emisiones de CO2?
La llamada identidad de Kaya muestra la relación que existe entre las emisiones totales de CO2 y sus principales determinantes, resumida en el esquema 1. Según esta identidad, a medida que aumenta el nivel de producción global, ya sea porque crece la población mundial o porque se incrementa la producción per cápita, cabría esperar un aumento de las emisiones. Pero, y aquí está la clave, el otro factor determinante es la intensidad de carbono.
Esquema 1
LOS DETERMINANTES DE LAS EMISIONES DE CARBONO (CO2)
FUENTE: Banco de España.
NOTA: El esquema resume la identidad de Kaya, según la cual las emisiones son el resultado de multiplicar sus factores determinantes. En concreto:
Volumen de emisiones de CO2 = Población x PIB per cápita x intensidad de carbono
La intensidad de carbono es la cantidad de CO2 que la economía emite por cada unidad de Producto Interior Bruto (PIB).
La intensidad de carbono se define como la cantidad de CO2 emitido por unidad de producto –esto es, por cada unidad de bienes y servicios que se produce en la economía- y se descompone en dos factores:
- La intensidad energética, es decir, la cantidad de energía que la economía consume para generar una unidad de producto.
- Las emisiones de CO2 por cada unidad de energía producida o consumida.
Esta descomposición ayuda a entender cómo se pueden reducir las emisiones sin dañar al crecimiento, tal como se describe en el esquema 2.
Esquema 2
CÓMO REDUCIR LA INTENSIDAD DE CARBONO Y LAS EMISIONES
FUENTE: Banco de España.
NOTA: La intensidad de carbono es el resultado de multiplicar la intensidad energética por las emisiones de CO2 por unidad de energía generada.
La disminución de la intensidad de carbono puede lograrse mediante dos estrategias, que, además, pueden desplegarse a la vez:
- Por un lado, con la mejora de la eficiencia energética, que permite reducir la intensidad energética. Así, cuando aparecen nuevos aparatos o máquinas que hacen la misma tarea que los antiguos, pero utilizando menos energía, aumenta la eficiencia y caen las emisiones.
- Por otro lado, con la descarbonización de los procesos de generación de energía, es decir, con la reducción de las emisiones de CO2 por cada unidad de energía producida. Así, la energía generada con fuentes renovables, como la solar y la eólica, produce muchas menos emisiones que la generada con la combustión de petróleo o de gas.
La evolución de las emisiones: cómo se ha logrado reducirlas
Las emisiones han empezado a estabilizarse gracias a la reducción de la intensidad de carbono
El gráfico 1 muestra que las emisiones globales de CO2 aumentaron de modo sostenido hasta mediados de la década pasada, en un contexto de fuerte crecimiento de la población y de la actividad económica global.
Desde entonces, las emisiones han empezado a estabilizarse gracias a la reducción de la intensidad de carbono. Una reducción que se ha visto impulsada por los distintos compromisos climáticos internacionales alcanzados en las últimas décadas como el Protocolo de Kyoto de 1997 -el primero de este tipo- o el más reciente Acuerdo de París de 2016.
Gráfico 1
LAS EMISIONES GLOBALES DE DE DIÓXIDO DE CARBONO (CO2) SE HAN ESTABILIZADO
FUENTE: Agencia Internacional de la Energía.
La menor intensidad de carbono ha sido fundamental para lograr, en las economías desarrolladas, disminuir las emisiones al tiempo que ha seguido aumentando la actividad. Así, por ejemplo, desde el año 2000 las emisiones han caído un 14% en Europa, mientras que en España la reducción ha sido aún mayor, del 24%.
En ambos casos, a la menor intensidad de carbono han contribuido sus dos factores determinantes, como muestra el gráfico 2: una menor intensidad energética y la descarbonización en la generación de energía. En Europa, la reducción de la intensidad energética ha contribuido relativamente más, mientras que en España la importancia de ambos factores ha sido similar.
Gráfico 2
LAS EMISIONES DE CO2 CAEN GRACIAS A LA MENOR INTENSIDAD DE CARBONO
FUENTE: Indicadores de eficiencia energética, Agencia Internacional de la Energía.
NOTA: El agregado Europa hace referencia a aquellos países de la Unión Europea que forman parte de la OCDE. Las barras rojas hacen referencia a la tasa de variación anual acumulada de las emisiones totales de CO2. Las barras naranjas representan las contribuciones de cada uno de los componentes, en puntos porcentuales (pp). Actualización de 2023.
Desde inicios de siglo, todos los sectores económicos han experimentado una reducción en la intensidad de carbono, aunque en proporciones muy diferentes. Por ejemplo, la caída ha sido mayor en sectores como los servicios, que hacen un mayor uso relativo de la electricidad, una fuente de energía más susceptible de ser generada con energías renovables. Por el contrario, la disminución ha sido menor en el transporte, aún muy dependiente de los combustibles fósiles como fuente de energía.
En cualquier caso, a pesar de estos progresos, no hay motivos para la complacencia: las emisiones de carbono siguen siendo muy elevadas y existen muchas dudas de que, en los próximos años, estas puedan reducirse al ritmo que exigiría el cumplimiento de las metas acordadas más recientemente.
Cumplir con los objetivos de reducción exige electricidad libre de emisiones y la electrificación de sectores dependientes de los combustibles fósiles
Cumplir con los objetivos de reducción de emisiones exige, entre otras actuaciones ambiciosas, profundizar en las mejoras de la eficiencia energética e intensificar el despliegue de fuentes de energía renovable. La capacidad para generar electricidad libre de emisiones y la electrificación de sectores aún dependientes de los combustibles fósiles ofrecen vías prometedoras para reducir la huella de carbono sin renunciar al crecimiento. El tiempo apremia.
NOTA: Las opiniones de esta entrada de blog son responsabilidad de los autores y no necesariamente coinciden con las del Banco de España o el Eurosistema.