La política monetaria de los bancos centrales no se condujo siempre de la misma manera. Si bien la mayor parte de los bancos centrales en el mundo hoy utilizan los tipos de interés como principal herramienta de política monetaria, antes de la década de 1990 se utilizaba el control de los agregados monetarios. Es decir, lo que los bancos centrales fijaban eran las cantidades de dinero y, según las necesidades de liquidez en la economía en ese momento, el mercado terminaba por determinar el coste del dinero. Posteriormente, los bancos centrales fueron adoptando esquemas de objetivos de inflación basados en la fijación de los tipos de interés, donde la cantidad de dinero queda determinada por el mercado. Los esquemas de objetivos de inflación resultaron más exitosos para mantener la estabilidad de precios.