El camino hacia la UEM

El Plan Barre

En la década de los sesenta, dentro del proceso de integración europea, surgió la idea de crear una moneda común. Sin embargo, ni los tratados vigentes incluían tal posibilidad ni el sistema monetario internacional lo demandaba, ya que hasta ese momento había funcionado bien con un régimen de paridades fijas estable.

Debido a las tensiones del sistema monetario, la Comisión Europea presentó en 1969 el Plan Barre, cuyo principal objetivo era avanzar en el proyecto de una moneda única.

Siguiendo este plan, los jefes de Estado o de Gobierno de la Comunidad Económica Europea (CEE) invitaron al Consejo de Ministros a desarrollar una estrategia para la creación de una unión económica y monetaria.

El Informe Werner

El resultado de los trabajos del Consejo de Ministros fue el denominado Informe Werner, que se publicó en 1970 y que proponía la creación de una unión económica y monetaria en varias fases mediante un proceso que debía comenzar en 1980.

Este proyecto no se materializó por la considerable inestabilidad de los mercados internacionales de divisas, el colapso del sistema monetario internacional y la recesión mundial que siguió a la primera crisis del petróleo de 1973.

La Serpiente Monetaria Europea

En 1972, los países pertenecientes a la Comunidad Económica Europea (CEE), conscientes de los problemas que generaban a un mercado común los tipos de cambio totalmente flexibles, crearon la llamada Serpiente Monetaria Europea, para mantener la estabilidad en las cotizaciones cruzadas de sus monedas.

Sus resultados no fueron alentadores: los desequilibrios en las economías europeas causaron numerosas devaluaciones y revaluaciones, así como diversas salidas y entradas del mecanismo de estabilidad cambiaria.

La Serpiente Monetaria Europea, concebida inicialmente como un acuerdo de ámbito comunitario, se vio reducida a un área de estabilidad en torno al marco alemán, integrada por algunos países de dentro y fuera de la CEE.

El SME

Para contrarrestar la inestabilidad y volatilidad de los tipos de cambio, los miembros de la CEE crearon en marzo de 1979 el Sistema Monetario Europeo (SME), con la participación de las monedas de todos los Estados miembros, salvo la libra esterlina.

El SME nace con tres elementos específicos:

  1. Una moneda de referencia, el ecu, que se constituyó como divisa cuyo valor se calculaba efectuando la media ponderada de las monedas del SME.
  2. Unos tipos de cambio estables, aunque ajustables, definidos en relación con el ecu. Las monedas se controlaban por medio de un mecanismo de tipos de cambio y podían fluctuar dentro de una banda del +/- 2,25% respecto de los tipos de cambio centrales.
  3. Un mecanismo de crédito creado gracias a la transferencia del 20% de las reservas de divisas y de oro de cada país a un fondo conjunto.

El SME supuso un cambio radical, pues obligaba a los países de la CEE a ajustar sus políticas monetarias y económicas y ayudaba tanto a crear una zona de creciente estabilidad monetaria como a relajar progresivamente los controles de capital.

La adopción del Acta Única Europea en 1986 representaba un nuevo estímulo hacia la moneda única y la UEM, pues establecía un calendario para la creación del mercado único y reafirma la necesidad de crear una unión económica y monetaria.

A partir de 1987, los reajustes de los tipos de cambio se hicieron cada vez menos frecuentes y las cotizaciones bilaterales frente al marco alemán se estabilizaron progresivamente.

Además, en este período se amplió el número de países que integraban el mecanismo de cambios del SME, al incorporarse España (en 1989), el Reino Unido (en 1990) y Portugal (en 1992).

El SME consiguió sus objetivos: una elevada estabilidad cambiaria en Europa -extendida a un área cada vez mayor- y, en parte como consecuencia de ello, una cierta convergencia nominal acompañada por un progreso gradual -pero imparable-, hacia la libre circulación de capitales.

El Informe Delors

En 1988, el Consejo Europeo invitó a un comité de expertos en política monetaria, formado por los gobernadores de los bancos centrales de los países de la Comunidad Europea, a que propusiera las medidas necesarias para establecer la UEM.

El resultado fue el denominado Informe Delors, que se aprobó en la cumbre de Madrid de junio de 1989, y que recomendaba un plan de tres etapas para alcanzar el objetivo. Quedaba por establecer aún el marco jurídico de la UEM.

El 7 de febrero de 1992, con la firma del Tratado de la Unión Europea (TUE) en Maastricht, se constituyó la Unión Europea (UE) y se añadió a los tratados fundacionales de las comunidades europeas un nuevo capítulo dedicado a la política económica y monetaria. Éste sentaba las bases de la UEM e indicaba un procedimiento y un calendario para su creación.

Algunas incertidumbres políticas sobre el proyecto provocaron en el SME una gran crisis durante 1992 y 1993. Hubo varios reajustes de las cotizaciones centrales de las monedas integradas y en septiembre de 1992 se produjo la salida temporal del sistema de Italia y del Reino Unido. En agosto de 1993, se amplió la banda de fluctuación desde el ± 2,25% anterior hasta el ± 15%, ante los fuertes movimientos especulativos contra las monedas europeas.

Esta medida ayudó al SME, que volvió a funcionar satisfactoriamente, y animó a ingresar en el mecanismo cambiario a cuatro nuevos países: Italia, Austria, Finlandia y Grecia.

El inicio de la UEM

El diseño de la UEM, que define el TUE, combinaba la exigencia de una serie de requisitos de convergencia macroeconómica de los países con unos plazos específicos y conocidos con antelación, lo que permite ir desarrollando el trabajo preparatorio y no poner en riesgo el compromiso.

Ante ese panorama, el año 1999 fue la fecha límite para iniciar la UEM. A ella accedieron los países que cumplían los criterios de convergencia en ese momento.

El Consejo Europeo extraordinario que se celebró en Bruselas los días 2 y 3 de mayo de 1998 estableció -con arreglo a la recomendación efectuada por la Comisión Europea a partir de los informes de convergencia elaborados por el Instituto Monetario Europeo (IME) y por la propia Comisión- el inicio de la tercera fase de la UEM el 1 de enero de 1999, con la participación de 11 países: Bélgica, Alemania, España, Francia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, los Países Bajos, Austria, Portugal y Finlandia.