La producción de vivienda nueva presenta niveles mucho más modestos que en fases expansivas previas y ha provocado la acumulación de déficits de vivienda concentrados en determinadas áreas geográficas.
La prudencia de los bancos en la concesión de crédito ha contribuido a que la expansión del mercado de la vivienda sea compatible con una situación controlada de los riesgos para la estabilidad financiera asociados a este mercado.
A diferencia de lo ocurrido durante el último boom inmobiliario, el tamaño del mercado de la vivienda en España no está sobredimensionado respecto al resto de economías avanzadas.
La economía española destaca entre las de la UE-27 por la elevada proporción de hogares arrendatarios que se encuentran en una situación de sobresfuerzo para hacer frente al gasto del alquiler de la vivienda.
La rigidez de la oferta aconseja aumentar el parque de vivienda pública en alquiler a precios asequibles y el diseño de una regulación que estimule la oferta de alquiler residencial de los particulares y de agentes profesionales.